lunes, 19 de noviembre de 2018

Una madre en el AMPA: Carmen Andrey


Hola a todos, mi nombre es Carmen, soy madre de dos pequeños, de cuatro y cinco años, que estudian en el colegio y, desde principios de este curso, represento como vocal del AMPA a los padres del curso de infantil – 4 años. Desde el momento en que me propusieron escribir un artículo contando el motivo de mi interés en pertenecer a esta asociación de padres y cuál era mi experiencia hasta la fecha, ya sabéis, el típico “Quién eres y qué haces aquí”, pensé que la primera pregunta que se os vendría a la cabeza sería precisamente: ¿por qué justo ahora se ha planteado pertenecer al AMPA, si sus hijos llevan ya tres años en el centro? Bien, pues esa es la pregunta que voy a tomar como punto de partida. 

Cuando, en verano de 2016, me senté a cumplimentar los datos de la matrícula de mi hijo mayor, es cierto que no me planteé participar de forma activa en el AMPA, bastándome en ese momento el hecho de unirme como asociado. Esto sí que no lo dudé. ¿Por qué? Pues por considerar el AMPA un punto de encuentro, entre padres en primer lugar, y de estos con el centro en segunda y última instancia. Esto me parece positivo ¿no creéis?, y por ello no dudé en unirme. 

A principios de este curso, ante la imposibilidad del vocal del año pasado de continuar en su cargo, me lo planteé como opción. Había pros y contras, como en todo, pero intento llevar siempre por bandera la teoría del vaso “medio lleno”, de forma que ganaron los pros. Lo cierto es que aquí estoy. 

No estar en el AMPA no significa que no te preocupe o te impliques menos en la educación de tus hijos, por supuesto. Doy por hecho que, a todos los que sois padres y me leéis, os preocupan vuestros niños en todas y cada una de sus facetas: su comportamiento en casa, en la calle, entre iguales o respecto a los adultos y, cómo no, en lo relativo a su aprendizaje, algo en lo que el colegio tiene mucha incidencia.  También tengo claro que los no asociados a un AMPA tienen, y además es que las deben tener, las mismas garantías y trato que los asociados, que todos contamos con las mismas opciones de reclamar y quejarnos cuando algo no está a nuestro gusto y que nos escuchen. Qué duda cabe. No obstante, perteneciendo al AMPA, y más aun de forma activa como es ahora mi caso, me han surgido opciones nuevas: tengo la posibilidad de aportar mi granito de arena para buscar soluciones. ¿No dicen que granito a granito se forma una playa? Pues así me lo he tomado, como una buena oportunidad. Y he decidido no dejarla pasar. 

Quizás alguno de vosotros estéis pensando que cuenta mucho el poder disponer de tiempo libre. Tiempo libre para las reuniones, para organizar actividades, etc... y que ese no es vuestro caso. Bueno, en el mío particular, mi profesión y mis circunstancias personales actuales me permiten organizarme y cuadrar (o, a veces, intentarlo solo ) horarios pero no, el tiempo tampoco me sobra. El tiempo no le sobra a nadie. La clave no es el tiempo, sino las ganas de implicarse que tenga cada uno. Ya sabéis lo de “si se quiere, se puede”. Pues eso se lo repito yo a mis hijos todos los días, a todas horas. ¿Cómo no aplicármelo yo misma? 

Bien, dicho esto, os contaré un poco cuál ha sido mi experiencia hasta la fecha, partiendo de que, como podéis imaginar, es breve. Más que eso, podría deciros que aún estoy aterrizando. En cualquier caso, allá voy.

Lo poco que he podido percibir de las reuniones y encuentros que he tenido a día de hoy en mi nueva posición de vocal del AMPA me sirve para desmentiros, de entrada, un par de tópicos que son muy escuchados y nada tienen que ver con la realidad: 
  • El AMPA tiene actividades que van más allá del desayuno andaluz. De verdad de la buena. Se organizan concursos literarios y de dibujo, dirigidos a alumnos, padres y profesores; también charlas informativas (que a la vez son formativas, más importante aún) también dirigidas a los padres en su gran mayoría, sobre temas relacionados con la educación de nuestros hijos. Y más propuestas que he encontrado sobre la mesa, algunas ya planteadas, otras que podremos aportar las nuevas incorporaciones, de forma que seguro más de una llega a buen puerto.
  • Pertenecer al AMPA no es una pérdida de tiempo. Como madre me está resultando una experiencia bastante interesante y enriquecedora conocer a otros padres con hijos mayores que los míos, aprender cosas nuevas, conocer el colegio más de cerca, confrontar y debatir opiniones, promover iniciativas, sugerir mejoras. No me podéis negar que todos estos aspectos son positivos.
  • No tiene nada que ver disponer de tiempo libre para pertenecer al AMPA, como os decía antes. Y no os hablo solo de mi caso particular, sino que, a pesar de la brevedad de mi experiencia, ya he podido ver como algunos padres hacen “encajes de bolillos” para llegar a las reuniones. Y oye, que llegan. 

En definitiva, me parece importante (más que eso, fundamental) la participación de los padres en el seno de una comunidad escolar y el AMPA es una buena manera para conseguirlo, sea participando activamente o como asociado. Que lo importante es participar. Por eso estoy yo aquí. Y con ganas. 

Gracias por brindarme este espacio y que podáis conocerme un poco mejor. 

Un abrazo. Carmen Andrey. 

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